miércoles, 27 de junio de 2012

LOS HÉROES DEL MAR II: CONTRALMIRANTE DELGADO PAREJO.




De esta manera anunciaba la muerte de nuestro paisano Manuel Delgado y Parejo el diario nacional El Imparcial de fecha 20 de septiembre de 1895.  En un desgraciado accidente, fruto del infortunio, se hundió el buque aviso de hélice Sánchez Barcaiztegui después de chocar con el vapor Mortera.

 El Sánchez Barcaiztegui, buque en el que perdió la vida Delgado Parejo.


 
El resto de la prensa nacional e internacional se hizo eco de la noticia y durante muchos días ocupó secciones importantes en los periódicos.  Delgado Parejo había sido promovido a jefe del Apostadero tres meses antes.  Era el puesto de mayor responsabilidad (dentro de la Armada) en la zona de las Antillas Españolas, pues de su mando dependía la mayor parte de la flota de esa zona. Antes de llegar a ese puesto había tenido una carrera brillante como marino de guerra.  ¿Quién fue este hombre, tuvo mucha relación con Puente Genil o, por el contrario, sólo pasó aquí los años de su niñez?  En este artículo pretendo dar datos de su biografía, de su carrera como militar y de su relación con el pueblo que le vio nacer.


 Retrato de Delgado Parejo que se conserva en el Museo Naval

 
D. Juan Delgado Montoro era natural de Arjona, Jaén.  Se había casado con Dª Juana Montoro y Cañero, dama de Puente Genil.  De su matrimonio nacieron Carlos, Manuel, Francisco, Carlota, Ana y Narcisa.  De lo hijos, Carlos fue abogado, caballero de la Orden de Santiago, auditor honorario de la Marina y alto funcionario de la Hacienda en Cuba.  Terminó sus días en Puente Genil, acrecentando la bien ganada fortuna personal y administrando la de su familia.  A él y su esposa, la cubana Carmen Bruzón García Garáiz, se deben, entre otras cosas, la obra de ampliación de la entonces ermita de Jesús Nazareno en lo que ahora es la capilla de San Cristóbal.  Francisco fue abogado, fiscal, registrador de la propiedad y hombre de leyes.  Caballero de  Calatrava y hacendado en Puente Genil.  Ana María fue la madre de Celia Méndez Delgado, fundadora de las Esclavas del Divino Corazón. 
Manuel, el menor de los varones, nació en Puente Genil, el 29 de enero de 1828.  Comenzó su carrera militar como guardia marina el 29 de enero de 1844, día que ingresó en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Cádiz.  Por los datos históricos que hemos podido recabar en el Ministerio de Defensa, formó parte de la última promoción del Colegio Real y Militar de Guardias Marinas de La Carraca que  pasó a denominarse a partir de 1845 Colegio Naval Militar.  En 1848 ascendió, tras terminar sus estudios teóricos, a guardiamarina de 1ª.  Fue destinado a la fragata Reina Dª Mª Cristina.  En 1850, cuando formaba parte de la tripulación del navío Soberano, recibió el despacho de alférez de navío (el equivalente a teniente del los ejércitos de tierra y aire).
Durante esa etapa de alférez de navío sirvió en la flota de Filipinas.  Esa escuadra se dedicaba en la época de que hablamos a la lucha contra la piratería joloana.  En este destino ascendió, en 1857, a teniente de navío (capitán).  Participó con la flota española en la Guerra de África de 1859 - 1860 (que terminó con la famosa batalla de Wad Ras y el tratado del mismo nombre de 26 de abril de 1860).  Por el heroísmo mostrado en la campaña, en 1860 se le ascendió (lo mismo que a muchos de los oficiales y jefes participantes) a comandante del Ejército y le fue concedida la Medalla de la Campaña de África.  Y es que el Gobierno optó por  recompensar las acciones en esta guerra de una forma que no perjudicara al resto de miembros de la Armada que estaban destinados en otros lugares de riesgo como Filipinas o las Antillas.  Por eso, los ascensos concedidos fueron en el Ejército.  En mayo de 1865 toma el mando del vapor General Lezo (1865) y en agosto pasa a mandar la goleta Santa Teresa
Pero el destino en el que desarrollaría gran parte de su carrera militar y en el que desplegaría y haría gala de sus dotes para el mando fue en la flota de las Antillas, a bordo de los vapores Congreso y Bazán.  En octubre de 1868 asciende a capitán de fragata, en diciembre de 1872 a capitán de navío.  En el año 1873, época de la insurrección cantonal de la Primera República, estuvo en el arsenal de la Carraca a las órdenes del Capitán General de ese departamento.  Durante la Primera Guerra de Cuba o Guerra de los Diez Años (1868 – 1878)  mandó las fragatas Blanca y  Gerona.  Los grandes servicios prestados al mando de ese buque tuvieron muchas consecuencias posteriormente.  Al terminar esa guerra es nombrado capitán del puerto de La Habana, cargo en el que permaneció hasta 1880, para pasar a ocupar el puesto de Oficial Primero del Ministerio de Marina.  

 Fragata de hélice Gerona, en la que Delgado Parejo sirvió con heroísmo a España durante la Guerra de los Diez Años (1868 1878)
Fotografía tomada de todoavante.es

 
En 1884 ascendió a capitán de navío de primera clase, un grado que no existe en la actualidad y que equivalía al de brigadier.  Este mando se creó en la reorganización que sufrió la Armada en 1868.  Anterior a este último ascenso fue la concesión de la placa de San Hermenegildo en mayo de 1883.  En el empleo de capitán de navío de primera clase estuvo destinado en el Ministerio, en la Junta Consultiva (de la que fue secretario).  En 1885 participa en la Comisión del Código de Policía y Disciplina y en noviembre es nombrado Secretario General del Ministerio y Consejo de Gobierno de la Marina.  En 1886 recibe la Gran Cruz de San Hermenegildo.  En 1888 participa en la comisión del Código Penal Marítimo y en agosto de 1889 es nombrado Comandante General de Puerto Rico.  En este puesto permaneció hasta marzo de 1891, fecha en que fue ascendido a contralmirante.  Como tal fue nombrado Director General de Personal.

 Portada de La Ilustración Española y Americana, de 15 de junio de 1895,  en la que se anuncia su nombramiento de Jefe del Apostadero de La Habana.


 
En 1895 vuelve a estallar la insurrección en Cuba.  Esta sería la última guerra de España por sus colonias de ultramar y terminaría con el famoso Desastre del 98 y la pérdida de las colonias.  El Gobierno, teniendo en cuenta los servicios prestados por Delgado Parejo en la anterior guerra de Cuba (recuérdese que sirvió como capitán de las fragatas Blanca y Gerona), confió el mando del apostadero del las Antillas al contralmirante Delgado Parejo.
Nuestro paisano se trasladó a Cuba el 30 de mayo de 1895.  A los pocos días toma el mando de su nuevo puesto e inicia una serie de acciones encaminadas a controlar la insurrección.  Una de ellas era la de erradicar el contrabando de armas de fuego que llegaban a los insurrectos a través de barcos procedentes de Estados Unidos.  Para ello se realizan patrullas nocturnas a lo largo de la costa.  Gestionó la compra de barcos que se convertirían en fundamentales para el apoyo a las fuerzas españolas en campaña (barcos hospital y de suministros)
La noche del 18 al 19 de septiembre de 1895 el contralmirante embarca, junto a sus ayudantes, en el Sánchez Barcáiztegui en una misión de reconocimiento.  Al salir del puerto de La Habana se produjo un accidente en la sala de máquinas del buque, debido (según parece) a que uno de los maquinistas metió un brazo entre las correas de la dinamo de uno de los motores.  El resto de la historia ya se ha podido leer en el recorte de El Imparcial.  Insertamos lo aparecido sobre su muerte y entierro en Diario de la Marina de 20 de septiembre de 1895 y reproducido por Aguilar y Cano en El Libro de Puente Genil:









 
D. Manuel Delgado Parejo fue enterrado con todos los honores militares en el cementerio de La Habana.  Relatan los periódicos de la época que llevaba trescientas coronas e iba escoltado por los miembros que se salvaron de la tripulación del Sánchez Barcaíztegui.  Se conserva una fotografía del cortejo fúnebre, aparecida en la revista La Ilustración Nacional, de 10 de noviembre de 1895.





DELGADO PAREJO Y PUENTE GENIL
 
Como ya se dijo al principio, Manuel Delgado pertenecía a una familia de Puente Genil.  Aunque su padre procedía de Arjona (Jaén), la familia materna si era pontana.   A pesar de haber ingresado con tan solo dieciséis años en la Armada y haber surcado los mares de todo el mundo, nunca perdió el contacto con Puente Genil.  No perdía ocasión para volver a su pueblo.  Este hecho es contrastable en los diversos periódicos de ámbito nacional en el que pide permisos para volver a su tierra.  De hecho, poco antes de ser nombrado contralmirante estaba vislumbrando una dorada jubilación en nuestro pueblo.  Aquí poseía por herencia familiar propiedades rústicas (olivares, dehesas, etc.).  Fue fundador y primer propietario de la fábrica de cal y yeso de San Luis, situada en ese pago de nuestro término municipal.  Según parece, formó una sociedad llamada La Amistad.  También se dedicó a la explotación aceitera, con molino propio en su cortijo de La Rentilla o San Luis.  Su presencia en nuestra localidad iba acompañada de banquetes, homenajes y eventos culturales.  En Pepita Jiménez, revista literaria de ámbito local fundada por José Contreras, se le rinde homenaje con la  emotividad del amigo del alma perdido.  Participó en el banquete  que, con motivo de la publicación de La Vida Inquieta, le hicieron sus amigos a Manuel Reina Montilla, con un elogioso brindis de honor.  Así aparece reflejado en el Diario de Córdoba de 8 de enero de 1895.
          





  Su muerte cayó como un jarro de agua fría en Puente Genil.  El ayuntamiento decidió poner el nombre de Contralmirante Delgado Parejo a una de sus calles principales, la calle Ancha y poner una placa en la casa consistorial.  En el salón de plenos, lo mismo que se hizo en su momento con Godínez, se colocó un cuadro similar al que se conserva en el Museo Naval.  Este retrato, según nos cuenta el cronista oficial de la villa de Puente Genil, Antonio J. Illanes Velasco, fue destruido durante los disturbios de la época de las Segunda República, ya que confundieron al Contralmirante con Primo de Rivera…  En la parroquia de la Purificación se celebró un solemne funeral cuyo relato en Pepita Jiménez de fecha 7 de octubre de 1895 insertamos:


 
            El heroico comportamiento de Manuel Delgado no pasó desapercibido para España.  A iniciativa de la colonia española en Nueva York, que lo compró por suscripción popular, se botó un cañonero al que se puso por nombre “Delgado Parejo”.  Este barco participó en la guerra hispano – cubano – norteamericana de 1898, siendo hundido por la escuadra estadounidense en el combate de Manzanillo.  Un honroso final para una embarcación que llevaba el nombre de uno de los más preclaros hijos de Puente Genil que antepuso el deber, el pundonor y la nobleza de corazón a la propia vida.
            Sus restos mortales, enterrados en el habanero cementerio de Colón, fueron repatriados a Puente Genil en los primeros años del siglo XX para que reposaran en el panteón que la familia Delgado Parejo poseía en el cementerio de Jesús Nazareno.  Al desmantelarse éste, sus cenizas junto con las de los demás miembros de la familia fueron depositadas en el enterramiento de D. Juan Delgado Bruzón.


 Fuentes de información: Hemeroteca Nacional, Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, Archivo Histórico Nacional, revista Fuerza Naval, El Libro de Puente Jenil, revista El Pontón, archivo particluar de las familias Morales Delgado y Delgado Carvajal.





lunes, 4 de junio de 2012

LOS HÉROES DEL MAR I: GUARDIAMARINA GODÍNEZ.


     Es curiosa la relación que existe entre Puente Genil y la Armada Española.  Para un pueblo de interior, contar con paisanos muertos en acto de servicio en la Marina es una cosa, cuanto menos, digna de mención.  Tres personajes componen esa lista de marinos ilustres: guardiamarina Godínez Miura,   contralmirante Delgado Parejo y capitán de corbeta Reina Carvajal.  De los tres, sólo Godínez murió en acción de guerra.  Los otros dos, aunque dieron su vida por España en acto de servicio, fallecieron por accidente.  A través de tres artículos voy a dar algunos datos, fotografías, etc., de estos héroes de Puente Genil.
               
GUARDIAMARINA GODÍNEZ 


El primero de ellos es D. Enrique Godínez Mihura.  Nació en Puente Genil el 4 de febrero de 1849.  Era hijo del magistrado D. Antonio Godínez y Zea y de Dª. María Josefa Mihura.  Según cuentan Aguilar y cano y Pérez de Siles, desde la más temprana edad demostró capacidad y valor, por lo que su padre decidió dedicarlo a la marina militar.  Tras terminar sus estudios en la academia naval, que entonces estaba en San Fernando (Colegio de la Isla de San Fernando se llamaba entonces), comenzó su periodo de prácticas como guardiamarina, saliendo a navegar en los buques de la Armada.  En esa situación se encontraba cuando se declaró la guerra entre España y las entonces denominadas repúblicas americanas del Pacífico (Chile y Perú en mayor grado y Bolivia y Ecuador en un segundo plano).


LA GUERRA DEL PACÍFICO
La que se llama en la historiografía española Guerra del Pacífico y en la de los países de Suramérica Guerra contra España, tuvo su origen en unos sucesos acaecidos en 1863.  El año anterior una expedición científico diplomática española enviada por el gobierno del general O’Donell, a la sazón jefe del gabinete de la Unión Liberal, comenzó una singladura por las costas del Pacífico Hispanoamericano.
En agosto de 1863 se produjo un incidente entre colonos españoles y un propietario peruano.  El colono Marcial Miller tuvo un encuentro con el hacendado Manuel Salcedo a cuenta de unas desavenencias en los cultivos que se plantaban en la hacienda Talambo.  Según parece, los colonos españoles cultivaban hortalizas y algodón y el propietario quería que sólo se sembrara algodón que era más rentable a sus intereses comerciales.  Hubo un cruce de amenazas entre ambos que no llegó a mayores.  Pero como el hacendado se sintió ofendido, mandó a algunos de sus colaboradores en busca de Miller.  Éste se encontraba reunido con otros colonos españoles.  De las palabras se pasó al uso de las armas con el resultado de un español y un peruano muertos, además de varios heridos.
Las noticias del altercado llegaron a la flota que hemos citado al principio.  El almirante Pinzón, que se encontraba en El Callao, recibió las protestas de la oficialidad de la armada española desplazada a la zona.  Como no hubo acuerdo, tras varios tira y afloja diplomáticos, la escuadra española ocupó las islas Chincha.  La noticia llegó a España.  Temiéndose lo peor, se formó una nueva escuadra compuesta por las fragatas de hélice Blanca, Berenguela, Villa de Madrid y Vencedora, a las que se unió la fragata blindada Numancia.
Tras varios encuentros diplomáticos, pareció aplacarse el conflicto.  Pero los ánimos estaban exaltados también en Chile.  Así, tras varios avatares político diplomáticos, en 1865 tanto Chile como Perú y las otras dos repúblicas (Bolivia y Ecuador) declararon la guerra a España.  Chile se había negado a abastecer a los barcos españoles y Perú había roto los compromisos adquiridos con España tras los incidentes de Talambo.
La escuadra española, dirigida por Pareja, tuvo un primer combate en Papudo.  En este hecho de guerra fue capturada por la alianza suramericana la fragata Covadonga.  A Pareja lo sustituyó Casto Méndez Núñez.  Éste fue protagonista de las batallas de Abtao, Valparaíso y El Callao (en la primera y última participó Godínez).  En el bombardeo de Valparaíso fue donde Méndez Núñez dijo la famosa frase “PREFIERO HONRA SIN BARCOS A BARCOS SIN HONRA”, ante las amenazas de las escuadras estadounidense y británica.
Tras el bombardeo de El Callao se entablaron negociaciones que terminaron con la paz firmada en Washington en 1871.


LOS HECHOS DE GODÍNEZ.
                Una vez establecido el marco histórico en el que se desarrollaron los actos heroicos de nuestro paisano, pasamos a describir los mismos.



 Fragata de hélice Villa de Madrid, en la que sirvió Godínez.

                Godínez partió con la escuadra española a bordo de la fragata de hélice Villa de Madrid como guardiamarina en prácticas.  Con la misma participó en el combate naval de Abtao (7 de febrero de 1866), en el que fue herido.  Debido a un cañonazo recibido en el casco, a la altura del cañón que  el guardiamarina dirigía, fue herido junto a otros once artilleros.  El parte de guerra decía lo siguiente:

<<Guardiamarina Godínez: herida de pulgada y media de estensión, profundizando hasta el hueso y situada en la cara exterior de la pierna izquierda en su parte media; herida y contusión en la parte anterior y media del muslo derecho, ambas clasificadas de no muy leves”>>

                Nuestro paisano, lleno de amor patriótico y con la moral de saberse vencedores en la batalla, escribió a su padre esta emotiva carta desde su convalecencia en la fragata Villa de Madrid:



                El 2 de mayo de 1866, en el mismo puesto que en Abtao, y aún no recuperado de sus heridas, participó en el bombardeo del puerto de El Callao.  Un cañonazo recibido en el casco, a la altura del cañón que dirigía, hizo que pereciera al mando de sus hombres.  Así lo describe la prensa de la época:

<< La lucha comenzó terrible: antes de que la fragata Villa de Madrid pudiese romper el fuego, recibió una granada de 300 libras, que, abriéndole enorme brecha, puso 35 hombres fuera de combate, matando la mitad, entre ellos, al guardiamarina Godínez, a quien arrancó la cabeza…
Este bizarro guardiamarina había sido herido en Abtao, y aún convaleciente ocupó su puesto en el combate del 2 de mayo.  Tuvo el presentimiento de que lo matarían, y tan profunda era su convicción, que antes de la lucha repartió entre sus compañeros de camarote todo su tabaco, sus libros y otros objetos diciéndoles: “Sé que muero en el combate, conservad esto en recuerdo mío”>>


                De esa forma, cumpliendo su deber como un valiente aun estando convaleciente de sus heridas, murió este joven de tan solo diecisiete años.  Su entrega y su valentía quedan reflejados en este recorte de prensa que relata los momentos previos al combate de El Callao
               



El almirante Méndez Núñez escribió al padre del guardiamarina una emotiva carta que recogieron los diarios nacionales:



 Carta aparecida en La Correspondencia Española.


                Una vez conocida la notica en España, diversos municipios rindieron homenaje al joven héroe.  Puente Genil no podía ser menos.  Así, el Ayuntamiento decidió poner su nombre a la hasta entonces denominada calle de la Cárcel y colocar un retrato y una lápida conmemorativa en el salón de plenos.  Ambos se encuentran hoy día en el despacho del alcalde.  Suponemos que fueron llevados allí tras la construcción del nuevo edificio municipal entre 1926 y 1927. 


 Cuadro de Godínez que adorna el despacho del alcalde de Puente genil (foto realizada por Paco Díaz).


 Además de estas muestras de reconocimiento, varios pontanos también hicieron homenajes por su cuenta.  Así, los condes de Casa Padilla organizaron una misa funeral en la iglesia de la Victoria por el eterno descanso de su alma.  Así lo describía la prensa de la provincia



Nota aparecida en el Diario de Córdoba, junio de 1866.





Nota en La Correspondencia Española


De esta forma Puente Genil rindió honores a un joven que supo dar generosamente su vida por España en una guerra absurda que no tuvo otro fin que querer mantener un prestigio y una honra que de nada sirvieron para solucionar los graves problemas de nuestra Patria.  La memoria de Godínez sigue viva vada vez que alguien en Puente Genil pasea por el casco histórico y dirige sus pasos a la tranquila calle que lleva su nombre.  Ojalá su memoria sea un recordatorio que nos avise de la estupidez humana a la hora de coger las armas para defender honra en lugar de vidas.

Termino con unass fotografías del barco de instrucción de la Escuela Naval de Marín que llevaba por nombre "Guardiamarina Godínez".  En los años 80 del pasado siglo se cambió su nombre a A - 83 Contramaestre Sánchez Fernández.  


Foto cedida por Emilo Reina Giménez





 Foto cogida de Eugenio.com

miércoles, 30 de mayo de 2012

LA FERIA DE MAYO

La feria de mayo, según las crónicas de Francisco Luque Estrada –cronista de la villa durante algún tiempo-, comenzó a celebrase en 1944, cuando era alcalde de Puente Genil D. Rafael Reina Carvajal. Pretendía ser un enlace entre las de Córdoba y Écija. Era, fundamentalmente, una feria ganadera (así comenzó siendo la de agosto hasta su traslado, a principios de los años veinte del pasado siglo, a la Matallana). La desaparición de los animales de trabajo en el campo y de los de tracción en el transporte hizo que, poco a poco, fuera decayendo. Con la riada de 1963 se planteó su desaparición. El impulso de algunas personas y empresas patrocinadoras hicieron que se celebrara ese año por última vez.
Esta feria tuvo algún realce durante los años de posguerra en los que el entretenimiento no estaba al alcance de cualquiera como hoy día. Se aprovechaba el mercado de ganados para tener unos días de diversión. La caseta de baile de la comisión estaba en la plaza de Emilio Reina. También eran famosos por sus bailes y animación el Círculo Mercantil y Casino Liceo (hoy fusionados en el Casino Pontanés junto al Club Los Mosquitos). Según cuenta Luque Estrada en su obra Puente Genil 82 años de historia, la primera asociación cultural que puso caseta en esta feria fue la de Los Amigos del Teatro (en la plaza de Emilio Reina). Se iluminaban el puente, la calle D. Gonzalo, Contralmirante, Alcaide, Emilio Reina y Postigos. El mercado de ganados se instalaba en el Señor del Río. En el paseo ponían los “cacharritos”
Muestro el programa de festejos del último año de celebración, que patrocinaron Abinca y Fareina, dos firmas de la familia Reina que, por sus sucesores, siguen funcionando aunque con otros nombres. Con este documento podemos ver el tipo de celebraciones que tenían lugar y el gusto de la sociedad por las cosas sencillas.

domingo, 27 de mayo de 2012

OPTIMI OLEI EMPORIUM

Antiguamente, antes de que el regadío llenara nuestras campiñas de cultivos de verano, la denominada trilogía mediterránea –viña, cereal y olivar- era la que imperaba en el campo. Puente Genil destacó desde finales del siglo XIX por la calidad de los aceites, gracias a la labor, entre otros, de Emilio Reina Montilla. Era lógico esta dedicación especial al olivo, pues las tierras de labor de nuestro pequeño término municipal no podían competir con las feraces campiñas de Córdoba y sus alrededores, grandes productoras de cereal. En cuanto a vinos, si bien siempre ha habido en la Puente buenos caldos, la preponderancia de Montilla y Zapateros –que así se denominaba Moriles hasta 1912- era abrumadora. Por ello, con las innovaciones y el cambio de mentalidad que D. Emilio había traído a la zona, se creó un entramado de molinos aceiteros que dieron fama a estos pagos. Prueba de ello son los innumerables premios que en España y el extranjero obtuvieron nuestros aceites. Como botón de muestra, diremos que en julio de 1909 obtuvieron los de Morales y compañía el gran premio, hoja de honor y medalla de oro en la Exposición de Milán. La larguísima lista de premios hizo que la Asociación nacional de olivareros concediera a Puente Genil el título de OPTIMI OLEI EMPORIUM –El mejor emporio del aceite-. Este título, único en España, fue aprobado en la reunión de la Asociación de fecha 15 de octubre de 1935. El 3 de enero de 1936 fue comunicado al Ayuntamiento. El acto protocolario tuvo lugar el 10 de enero de 1936. Ese día se desplazaron a nuestro pueblo los miembros de la comisión de la Asociación Nacional de Olivareros. Tras visitar varios molinos –los de D. Manuel Reina Noguez, D. Agustín Espuny Fonollosa y Morales y compañía- se dirigieron al salón de plenos del ayuntamiento para hacer la entrega oficial del título. La fotografía que mostramos, de gran valor histórico, inmortaliza ese momento. En ella podemos ver, entre otros, a D. Manuel Reina Noguez, D. Antonio Rodríguez Carrascosa –presidente de la Asociación-, D. Pedro Solís –secretario de la misma-, D. José Flor Carvajal –secretario del ayuntamiento-, y D. Antonio Romero Jiménez –alcalde de Puente Genil, situado en el centro de la foto-.

Puente Genil contó con este lema en su símbolo heráldico hasta 1985. En ese año, debido a la presión de pueblos cercanos que comenzaban el desarrollo de sus industrias oleícolas, se decidió retirar del escudo la inscripción. Un título ganado con todo merecimiento pasaba al olvido por culpa de unos políticos locales que no supieron ver que con ese gesto se estaba borrando de un plumazo una historia llena de esfuerzos, desvelos industriales y prestigio para nuestro pueblo. En 2008, la nueva legislación autonómica obligó a que las entidades locales inscribieran sus escudos y logotipos de forma oficial para evitar duplicidades y errores. Así, el equipo de gobierno de esos momentos, con Manolo Baena a la cabeza, decidió que al inscribir el escudo de Puente Genil era de justicia que apareciera el viejo lema. Así se hizo y así consta. Según la Resolución de 12 de diciembre de 2008 de la Dirección General de Administración Local, se admite la inscripción en el Registro Andaluz de Entidades Locales del escudo y logotipo del municipio de Puente Genil (Córdoba), según el expediente número 025/2008/SIM.
Un final feliz para una historia que honra el esfuerzo de nuestros abuelos y que debería ser ejemplo para todos. Agradecimientos: a mis hermanos Jesús María Ruiz García y Andrés Cejas Delgado. Ellos me han facilitado algunos de losd atos y documentos de este artículo.

domingo, 25 de marzo de 2012

LA SEMANA DE LOS SERMONES

Ya la cristiana canción
canta el pueblo con derroche,
y nos dice el corazón
que llegó la hermosa noche
del Domingo de Pasión.




Tarde del Domingo de Pasión. Una de las más nostálgicas del calendario sentimental de Puente Genil. Todavía resuenan en nuestros oídos los redobles de los tambores que el sábado por la noche fueron el ritmo que nos llevó en volandas hasta la ermita de Jesús. Hoy hemos asistido a la solemnísima Función, en la que Coro, oradores sagrados y pueblo se funden para rezar a Jesús Nazareno, el Patrón y “Amo de todas las Cargas”.
Pero no siempre los cultos cuaresmales a Jesús Nazareno, y a las demás cofradías, tuvieron la configuración actual. Hasta los cambios que trajo el Concilio Vaticano Segundo, la semana de Pasión, la que comenzaba tal día como hoy y terminaba lo que ahora llamamos “Sábado de Ramos”, era denominada la semana de los sermones.
Durante la Cuaresma cada cofradía o hermandad celebraba su quinario, septenario o novena. Y en esta semana final del tiempo cuaresmal se celebraba la función. Para tener una idea de cómo se configuraban estos cultos a lo largo de la semana, aquí dejo el anuncio de la sección religiosa de El Aviso en 1912. En la misma se pueden ver los cultos de cada día. En aquellos tiempos venían a ocupar la sagrada cátedra los mejores oradores de la Iglesia.


sábado, 17 de marzo de 2012

INDUSTRIA Y COMERCIO. SEMANA SANTA 1925

La revista Industria y Comercio tenía dos ediciones anuales: Semana Santa y Feria. Era una guía comercial que incluia en sus páginas distintos artículos y poemas de autores locales. En su edición de Semana Santa fue la precursora de la revista que edita todos los años la Agrupación de Cofradías.
Dejo colgada la edición de 1925, en un formato inusual que perduró hasta 1927 aproximadamente.

jueves, 15 de marzo de 2012

VARIOS DOCUMENTOS CURIOSOS SOBRE NUESTRA SEMANA SANTA.

Durante estos días se celebra el quinario en honor del Señor de la Humildad.  En nuestro tiempo la suya es una de las cofradías señeras de nuestra Semana Santa, tanto en número de hermanos como en devociones.  Baste como botón de muestra la masiva afluencia que durante estos días hay en los cultos cuaresmales.  La iglesia del Hospital rebosa de fieles y devotos que se acercan a los pies del Humilde a rezar. 
Antiguamente era costumbre dar a cada hermano de las cofradías una “patente” que servía para acreditar que esa persona pertenecía a la hermandad.  Aquí muestro una de ellas, de la del Señor de la Humildad, fechada en 1924 y que perteneció a Francisco Morales Delgado, propietario de la fábrica de aceites Santa Elena y de la banca Morales.



Como es lógico, nuestra Semana Santa ha pasado períodos de crisis, tiempos en los que un puñado de hermanos, llevados por el inmenso amor a la tradición y a las creencias más profundas han tirado del carro sin reparar en peligros, apuros económicos, amenazas o prohibiciones.
La época de la Segunda República fue aciaga para la religión católica.  Aunque la Constitución de diciembre de 1931 asegura la libertad de culto, ésta se vio gravemente limitada por leyes como la de Congregaciones, de Defensa de la República, etc., que obligaban a autorización gubernamental para todo tipo de actividad religiosa de orden externo.  Incluso se tuvo que pedir permiso gubernativo para reunirse a celebrar cabildo de las cofradías o para las juntas de los cuarteles.  Estas autorizaciones se delegaban en el Alcalde.  Aunque no es cierto que el gobierno republicano prohibiera taxativamente las procesiones, la autoridad, por razones de orden público, podía no autorizar este tipo de manifestaciones religiosas.  Si a eso unimos un clima de animosidad y manifiesta inseguridad no controlada (incluso, desgraciadamente, alentada por ciertos sectores del gobierno sobre todo a partir de la victoria del Frente Popular en 1936), tenemos un panorama en el que las cofradías se vieron obligadas a no salir.
Como he dicho, en esos tiempos de adversidad siempre hay hermanos que mantienen el espíritu de la tradición, que, pese a las prohibiciones, mantienen  viva la ilusión y la devoción.  A esas personas debemos un homenaje.  En estos documentos que me ha facilitado Gonzalo Reina podemos palpar el ambiente que se vivía en 1936, poco antes del estallido de la guerra civil.  En ellos se puede observar cómo una cofradía (del Humilde en este caso) o corporación (Los Apóstoles) tenían que pedir autorización para llevar a cabo sus juntas.






Como colofón, teniendo en cuenta que también se celebran estos días los cultos en honor del Señor de la Columna, añado este documento firmado por Francisco de Paula Ortega Montilla.  Este señor, cofrade de varias de las hermandades de la época, fue asesinado en julio de 1936 junto a su mujer (María Vergara) por defender sus creencias religiosas.  Un triste e injusto final para una pareja que gastó la fortuna familiar en ayudar a los más desfavorecidos.


domingo, 11 de marzo de 2012

LA RIADA DEL DIECISIETE



       Aunque estamos en Cuaresma, en este artículo me voy a referir a la riada del 17.    No porque hayamos sufrido una, obviamente, sino porque he visto varias fotos de la misma colgadas en Internet que, lejos de ser documentos históricos útiles para enriquecer el conocimiento del pasado, se convierten en armas de confusión y dan lugar a equívocos.  Los documentos que fundamentan este artículo son el especial de El Aviso que se publicó el 17 de marzo de 1917 y las fotografías y relatos aparecidos en las revistas Mundo Gráfico de 21 de marzo de 1917 y Nuevo Mundo de 23 de marzo de 1917. 
Es de agradecer, pasado tanto tiempo, la labor de Borrego, fotógrafo pontanés de principios del siglo XX, que reflejó muchos sucesos y eventos de su época y cuyas fotos fueron publicadas en diversos medios gráficos de ese tiempo.  Y qué decir de D. Baldomero Giménez.  Nunca valoraremos su figura y obra en su justa medida.  Ya en aquella época, haciendo balance de lo ocurrido, de las consecuencias económicas y la pérdida de vidas humanas, ese visionario filántropo (que soñó sesenta años antes de proyectarse Genil Cabra con poner en riego parte de nuestro término municipal, fue el artífice de que Puente Genil contara con central de teléfonos o alentó la incipiente carrera literaria de Juan Rejano) dijera en una de sus conclusiones: “Que se recabe del Ministerio de Fomento la ejecución inmediata de las obras de defensa contra posibles inundaciones ya concedidas y de otras que eviten o aminoren los terribles riesgos que amenazan continuamente a este pueblo, por su proximidad al Genil”.  Hasta treinta y cinco años después no se iniciarían las obras de Cordobilla y hasta hace seis o siete las mal conclusas de encauzamiento y defensa contra las avenidas…



 
UN REPASO POR LAS RIADAS ANTERIORES.

La ocurrida el 7 de marzo de 1917 fue, según se recoge en los anales de nuestra historia local, la crecida del Genil mayor de que se tienen noticias.  El agua llegó hasta casi mitad de la calle de la Plaza, ya que, según cuenta D. Baldomero Giménez en El Aviso citado: “A las seis de la tarde llegaba el agua en la calle de don Gonzalo a la puerta del Banco Español de Crédito y casa de los señores Morales y Compañía.  Unos nueve metros sobre el nivel ordinario del río”. 
Pero hay datadas avenidas de grandes dimensiones en fechas anteriores.  Están recogidas en El libro de Puente Genil, de Aguilar y Cano.  La primera de que se tiene noticas ocurrió el 2 de febrero de 1543.  Fue tan grande que los habitantes de los pueblos ribereños hicieron fiestas de acción de gracias por haberse librado de morir ahogados.  También las hubo en septiembre de 1589.  Entre marzo y mayo de 1590 se produjeron cinco riadas y dos en 1595.  Hasta 1618 no hubo ninguna que reseñar.  Y en 1622 se produjo la que, según decían los contemporáneos, fue la más terrible de la historia.
Como se podrá comprobar, la memoria colectiva es frágil y siempre se repiten “la peor que se recuerda” o “la peor de la historia”…
Durante un largo período de tiempo no hay reseñada por Aguilar y Cano ninguna otra digna de mención.  Pero el 5 de enero de 1684 hubo una tan grande que hundió uno de los arcos del puente y destruyó la acera de la izquierda de la calle de la Feria (ésta es la de la ermita del Señor del Río y era hasta entonces una especie de paseo con arboleda y casas en la parte que da al río).  El 30 de enero de 1805 fue de tal magnitud que invadió todo el Barrio Bajo, destrozó muchas casas, ocasionó la caída del puente de sillares y destruyó los caminos de Miragenil y el de Granada.  Hubo otras cuatro, también “las mayores vistas en la historia”: 1860, 1876, 1892 y 1895.  Además, sin ningún tipo de referencia o base histórica, hace referencia Aguilar y Cano a otra que ocurrió en 1801 y que llegó hasta la puerta de la Purificación. 


 
EL RELATO DE LA DE 1917.

Pero vayamos a los hechos.  Esta riada fue inesperada –por calificarla de alguna forma-, ya que era cosa tomada como cierta desde tiempo inmemorial que al río Genil solo le hace desbordarse el deshielo de Sierra Nevada.  Durante todo el 5 de marzo cayó abundante lluvia que hizo crecer las aguas, pero nadie sospechaba nada.  Mas el vendaval de la tarde del 6 hizo produjo cierta preocupación que no llegó a calar en el vecindario, a pesar de que las señales y preludios eran muy similares a los de otras riadas.  Así, la gente –especialmente los vecinos de las calles que siempre se ven afectadas por estas catástrofes- se fue a descansar tranquilamente.  A la 1 de la madrugada del día 7, que perdurará en la memoria de todos los pontanenses, comenzó el río a presentar síntomas alarmantes.  Los jefes de policía nocturno (D. José Ramos Flores) y diurno (D. Enrique Garat García), el jefe de los guardas rurales (Eduardo del Pino) y los serenos, se dedicaron a dar la alarma a los habitantes de las calles que corrían peligro inminente de inundación.  A las 9 de la mañana el río alcanzaba cinco metros sobre su nivel habitual.  Y fue subiendo hasta llegar a los 9 metros a las seis de la tarde.  Hasta las 9 de la noche no comenzó el nivel a descender.
Una de las mayores preocupaciones, aparte de la posible pérdida de vidas humanas, era la de que se podía destruir el puente.  Según parece y dicen las crónicas, era creencia general que cuando las aguas del río llegaran a tapar por completo los ojos del puente, éste se derrumbaría.  Eso era lo que sus coetáneos habían oído decir a Leopoldo Lemoniez, ingeniero de feliz recuerdo que fue el que, en 1874, proyectó el arco volado de ladrillo (es el primer arco que tiene el puente en la dirección Barrio Bajo – Miragenil).


LAS PÉRDIDAS HUMANAS

He comentado que el vecindario, lejos de sentirse especialmente alarmado, se fue a descansar sin prever la tragedia.  Cuando las fuerzas de orden avisaron de que debían evacuarse las calles cercanas al río, el matrimonio formado por Antonio Molina y Antonia Bedmar se negaron a marcharse de su casa, situada en el número 29 de la calle Jesús.  Cuando las aguas cubrieron la zona, la vivienda, hecha de tapial y materiales muy sensibles a la humedad, fue cediendo hasta terminar derrumbándose con los dos ancianos dentro.  Una situación que hoy nos parecería paradójica, pues hoy las autoridades no hubiesen permitido la situación.  También es curioso cómo, tanto la prensa local como la nacional, dan a las víctimas el calificativo de “ancianos”, aun siendo personas de 60 años.  Y es que la esperanza y calidad de vida de hace noventa años eran bastante diferentes a las actuales. 
La revista Mundo Gráfico mostró una imagen de la casa: 


 Las casas de la calle Jesús que se derrumbaron por efecto de las aguas.
 
LAS PÉRDIDAS MATERIALES.

Dejo al lector el relato de El Aviso para que pueda valorar por sí mismo el alcance de lo que el agua se llevó


 
LA ODISEA DE UNA FAMILIA

 




CURIOSIDADES

Cuando el agua alcanzó la calle Delgado, fue desalojada la casa de D. Juan Delgado Bruzón (actual casa nº 2 de a calle citada y que fue restaurada y convertida en pisos hace cinco o seis años).  Recordarán algunos lectores que hasta la citada reforma el edificio conservaba su estructura antigua con cuadras, patio de labranza, etc.  En lo que hoy es la casa de la familia Villafranca Muñoz (esquina con la calle Jesús actual) estaba el molino de aceite.  Sobre la edificación había una azotea.  En  ese lugar se refugió un caballo.  Viendo uno de los trabajadores que el agua lo cubría todo y que el animal no tendría salvación, lo condujo a través de las estrechas escaleras de servicio hasta ese enclave elevado.  Debido al pánico y al instinto de supervivencia, el équido no opuso resistencia a subir por tan estrecho camino.  Mas hubo que recurrir a mil tretas para bajarlo por el mismo sitio, según contaba El Rubio Aires, hombre de confianza de Juan Delgado Bruzón.  La imagen muestra las labores de bajado del caballo. 

 Azotea de la casa número 2 de la calle Delgado.  En este lugar se halla actualmente la vivienda de la familia Villafranca Muñoz (Delgado, 6).  Se puede ver, detrás a la derecha, la base de la chimenea de La Aurora).
 
COMO FINAL.

Aunque costó Dios y ayuda, Puente Genil salió adelante de esa catástrofe.  Se recuperaron industrias, casas, calles, comercios…  Incluso se habló de que el Rey iba a visitar el pueblo para ver la magnitud de lo ocurrido.  Así estaba planeado, pues había de pasar por nuestra estación de camino a Málaga.  Mas, según contó el propio D. Baldomero, sus asesores aconsejaron pasar de largo y evitar así el agravio comparativo que hubiese supuesto visitar este pueblo y no otros afectados como Iznájar o Écija.  Hubo después dos riadas importantes: la de 1949 y la de 1963.  Esta última supuso la ruina económica y social para Puente Genil.  Se cerraron muchas fábricas para siempre  -algunas tan emblemáticas como La Casualidad- y parte del Barrio Bajo quedó abandonado casi hasta hace una década, época en la que el boom de la construcción y el desarrollo económico puso en valor terrenos y solares que carecían de interés.  Y, como decía al principio, hasta hace un año no se concluyeron –y de forma chapucera- las obras de defensa contra las avenidas del río. 

 Vista de las partes traseras de las casas de la calle Bailén, vistas desde el puente.

martes, 6 de marzo de 2012

UNA IMAGEN DEL VIERNES SANTO DE 1926.

Continuando con las imágenes en revistas y periódicos de pre guerra sobre nuestra Semana Santa, muestro esta plumilla de Ricardo Marín Llovet, ilustrador que colaboró en revistas como "El gato negro", "Hispania", "Madrid Cómico", "Blanco y negro", "La esfera" o "La ilustración hispano-americana".
Esta apareció en la revista Blanco y Negro en marzo de 1926.  En marzo de 2010 fue la portada de El Pontón. En lo esencial, refleja el mismo ambiente del Viernes Santo de hoy día. Es señal de que hemos sabido mantener una tradición que goza de excelente salud.



viernes, 24 de febrero de 2012

UN MIÉRCOLES SANTO DE HACE OCHENTA Y TANTOS AÑOS

               La Semana Santa de Puente Genil, por su especial y diferente modo de celebrarse, ha atraído a los más variopintos personajes del mundo de la cultura que buscaban un motivo de estudio (caso de Caro Baroja con la antropología o el anglo hindú Deben Bhattacharya con la saeta cuartelera), inspiración poética (Eroles) o, simplemente, el hecho diferenciador.  Estas mismas razones han propiciado que nuestra Semana Santa “diera que hablar” y fuera protagonista de artículos periodísticos desde finales del siglo XIX.  Hace algunos años, Santiago Reina publicó uno en el que recogía la narración que de nuestra Fiesta hacía Rodolfo Gil.
                Sería una labor interesante poder recuperar cuantas publicaciones hay repartidas a lo largo y ancho de esos mundos de Dios sobre nuestra Semana Mayor.  Por suerte, la aparición de Internet y la digitalización de las hemerotecas públicas nos han hecho un gran favor.  Así, hoy día cualquiera puede acceder de forma rápida y gratuita a información que tan solo hace cinco años era casi imposible conseguir.
                Rebuscando en esos archivos virtuales, encontré un interesante artículo aparecido en el diario El Imparcial, en 1928, en el que se relataba el Miércoles Santo de esa época, es decir, hace ochenta y cuatro años.  Concretamente, la crónica está fechada el 5 de abril de 1928.  Su autor es Sabino A. Micón, crítico de cine y director que, por aquellos años, escribía asiduamente en este y otros periódicos sus críticas cinematográficas.  Atraído por la fama de nuestra Semana Santa llegó a Puente Genil un poco asustado por aquellas leyendas negras que siempre la rodearon (sobre todo en la época de pre guerra civil). 
La lectura del artículo nos puede llevar a engaño en cuanto a los datos históricos y artísticos (dice que el Señor de la Humildad era obra de Martínez Montañés, mito que circuló durante mucho tiempo).  También es curioso comprobar la disposición y número de las corporaciones que desfilaban junto a los pasos.  Pero prefiero dejar al lector que disfrute de este relato en el que un curioso forastero encuentra lo que verdaderamente significa para el pontano su Semana Santa.