sábado, 25 de diciembre de 2010

CÉSAR Y POMPEYO, LA PRIMERA OBRA DE TEATRO CONOCIDA DE MANUEL REINA MONTILLA

Cuando, en el año 2005 y con motivo de la celebración del centenario de la muerte de Manuel Reina, Santiago Reina López presento la edición de su tesis doctoral, Manuel Reina. Catalogación completa de su obra. Análisis de su poesía en el tránsito al Modernismo, nos contaba que una faceta menos conocida del poeta era la referente a su producción teatral, compuesta por las obras César y Pompeyo (1874), Comprendo el suicidio (1875), una zarzuela desconocida (1875), El dedal de plata (1883), Los seductores: Retrato de una mujer (1888) y El collar de diamantes (sin fecha precisa pero escrita entre 1890 y 1900). De ellas, no había copia de Comprendo el suicidio y de la zarzuela. De César y Pompeyo sólo se conocía un ejemplar que estaba en la Biblioteca Española de Tánger, del Instituto Cervantes, y que había localizado nuestro gran amigo el profesor Rafael Jiménez Roldán.

El tema de la pérdida de obras es una de las más penosas desgracias que puede ocurrir con el legado de un autor. Hoy día, en que los medios electrónicos e informáticos ponen a disposición del mundo cualquier tipo de documento, es difícil la desaparición de una creación (es el lado bueno de la generalización de las copias “piratas”). Pero son muchos los autores relegados al olvido o poco conocidos por no tenerse referencia de sus composiciones artísticas. Cuántos poemas, novelas, obras de teatro, canciones, pinturas, esculturas,…, dormirán el sueño de los justos. Por eso es tan importante la generosidad de los que poseen en sus bibliotecas o colecciones particulares alguna obra rara, inédita o perdida. Aunque en muchas ocasiones el desconocimiento es el mejor aliado de ese olvido.

Todo esto viene a cuento por un hecho que me ocurrió no hace muchos días. En la función solemne de la Renovación del Voto a la Inmaculada, en la parroquia de la Purificación, me comentó uno de mis hermanos de la Schola Cantorum, Manuel Carmona Estrada, que había recibido el legado de su mentor y compadre, Pedro Abaúrre Pérez, fallecido hace unos meses. Culto y sensible poeta, lector irredento y amigo de promociones culturales, Abaúrre poseía una de las bibliotecas más ricas y variadas de Puente Genil. Como Manolo la estaba catalogando, me dijo que había encontrado un cuadernillo con poemas de Miguel Romero manuscritos no sabía si por el propio autor o copiados por Pedro. Inmediatamente me interesé por el tema y quedamos al día siguiente. Los versos de Romero eran conocidos. El cuadernillo contenía todos los poemas dedicados a la corporación La Judea, con la fecha de composición escrita al final. Mas, ya que nos encontrábamos en una rica biblioteca, me mostró las obras que poseía de autores pontanos. Entre una abundante colección de libros conocidos, encontré un pequeño libreto en rústica bien conservado. Era un ejemplar de César y Pompeyo, la obrita de Manuel Reina que habían tenido que fotocopiar en Tánger… Le dije que quizás fuera el único ejemplar existente en el mundo y, por ello, su valor para nuestra cultura local era incalculable. Me lo dejó escanear para que pudiera ponerlo a disposición de todo aquel que quisiera acceder a este humilde blog. Así lo he hecho. Gracias a Manolo, en primera instancia, y al celo y amor por las cosas de Puente Genil de Pedro Abaúrre, podemos tener una copia fiel de una obra que creíamos perdida.

César y Pompeyo es la primera incursión de Reina en el mundo del teatro. La escribió cuando tenía 16 años, en 1874. Con esa edad ya dominaba la métrica y la versificación, además de las técnicas teatrales. Aunque por esas fechas Reina estaba en Madrid, no podemos olvidar que fue la etapa dorada del teatro en Puente Genil. Así lo relata Aguilar y Cano en El libro de Puente Genil. Según él, D. Agustín Álvarez de Sotomayor construyó en la parte trasera de su casa de la calle Ancha (por tanto, en la calle Guerrero) un teatro para poder dar cauce a las inquietudes de una recién creada sociedad dramática y filarmónica. Ésta se había creado para servir de “tapadera” a las reuniones de los elementos liberales en la época más oscura del reinado del felón Fernando VII. La sociedad tuvo bastante más éxito del esperado inicialmente. Contaba con un extenso elenco de actores y una escogida orquesta. Este proyecto, que se llevó a cabo en el primer tercio del XIX, fue la semilla que dio lugar al florecimiento del arte teatral de la época de Reina y Aguilar y Cano, los cuales, por los años setenta del XIX vieron representadas sus obritas de teatro en Puente Genil: Comprendo el suicidio y Una limosna, por Dios, respectivamente.

La obra que nos ocupa, César y Pompeyo, está definida por el propio autor como “juguete cómico en un acto y en verso”. Fue estrenada el 9 de marzo de 1874 en el Teatro de Variedades, de Madrid. Santiago Reina López la cataloga como una creación destinada a las sesiones dramáticas maratonianas que tan frecuentes eran en esos años. La trama es un enredo de dimes y diretes entre un padre, su mujer e hijas, el pretendiente de una de ellas y un poeta que, sin comerlo ni beberlo, se mete en medio del “fregado”. Como es lógico, con final feliz y boda.

La sincera y negativa crítica que un íntimo amigo de Manuel Reina, Tamayo y Baus, hizo de Los seductores, retrajo el ánimo del poeta en lo referente a representar en los escenarios sus obras de teatro. Aunque posteriormente escribiera El collar de diamantes, no cultivó el teatro como podría haberse esperado tras sus primeras creaciones, aunque su afición a este noble arte no dejó de estar presente en su vida, pues siempre estuvo al tanto de las novedades del teatro español y europeo.

Se adjunta una imagen de la portada del libreto de César y Pompeyo. Como la configuración del blog no permite colgar documentos en formato diferente a JPG, GIF ó PNG, no es posible poner el documento completo para su descarga. Por ello, todo aquel seguidor del blog que quiera una copia en formato pdf de la obra completa puede obtenerla poniéndome un email a revistaelponton@gmail.com. en el que se debe indicar el nombre completo y la dirección electrónica a que se ha de enviar el archivo.

Mi más sincero agradecimiento a Manuel Carmona Estrada, propietario de la obra que se ha escaneado, y a Santiago Reina López, autor de la magnífica obra Manuel Reina: Catalogación completa de su obra. Análisis de su poesía en el tránsito al Modernismo, de la cual he obtendio los datos que se dan en este artículo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

INAUGURACIÓN DE LA CENTRAL TELEFÓNICA DE PUENTE GENIL Y PRIMERA GUÍA DE TELÉFONOS DE LA LOCALIDAD.

            Uno de los adelantos del siglo XX que supuso convertir el mundo en un pañuelo fue el teléfono.  Desde finales del XIX se fue imponiendo poco a poco, pese a las reticencias de los más recalcitrantes y obstinados “gurús” del inmovilismo que veían en el diabólico aparato un lujo sin importancia.
            Como en todos los lugares del mundo, en Puente Genil este importante invento tuvo sus detractores que pensaban que era algo sin futuro.  La historia de la telefonía en nuestro pueblo arranca en 1914.  En ese año D. Baldomero Giménez puso en El Aviso la primera piedra del proyecto que, tras largas vicisitudes e impedimentos, logró llevarse a la práctica.  Fue en el editorial de su publicación de fecha 5 de diciembre del año citado.  El escrito detallaba las ventajas que tendría instalar una central telefónica en nuestra población, especialmente para comunicar el pueblo con el extrarradio. 
En 1915 se iniciaron los trámites legales.  En primer lugar, se prepararon unos pliegos para que los firmaran empresas, instituciones y “particulares de prestigio”.  La condición que ponía el Estado para acometer el proyecto es que hubiera 50 abonados.  Como esta localidad contaba entonces con unos quince mil habitantes, no parecía una cifra excesiva.  Mas, contra todo pronóstico, sólo se consiguieron 19 firmas.  Según D. Baldo, el fracaso se debió a la desinformación, falta de ilusión y formación.
Y, por fin, tras largos años de espera, el 23 de diciembre de 1926 se inauguró la central telefónica, que estaba situada en la calle Madre de Dios, 9.  El acto estuvo rodeado de gran expectación.  Aunque la ceremonia oficial tuvo lugar a medio día, desde primeras horas la animación en la localidad era muy grande.  El Aviso relata lo acontecido de forma exhaustiva.  Por ello, la mejor forma de entrar en el ambiente que rodeó a Puente Genil el día de ese acontecimiento es trascribiendo lo dicho por el periodista local:

        <<Conforme teníamos anunciado, el día 23 del actual, fue inaugurada oficialmen­te, y abierta al público, la central telefó­nica.
Aun cuando hasta el medio día no se iba a verificar la ceremonia de rúbrica, desde las primeras horas de la mañana se notaba una marcada animación, prelu­dio de la fiesta.
A las once de la mañana, La calle de Don Gonzalo presentaba un magnífico aspecto, pues todos, o casi todos los automóviles particulares y del servicio público, formaban una larga fila, dis­puestos a las órdenes del señor Alcalde para partir al encuentro de los autos en que el señor Gobernador civil de la pro­vincia y sus acompañantes vinieran de Montilla, donde por la mañana se había inaugurado, también, la central telefó­nica.
A las 11'30, comunicaron de Monti­lla que habían salido para esta el señor Gobernador 'y las distinguidas personas que le acompañaban, e inmediatamente partió el señor Alcalde, en su auto, se­guido de los damas vehículos y ocupados por las personas previamente invitadas, y eii la carretera de la Rambla, desde el cruce con el camino de Aguilar, se hizo alto, en espera de que llegaran los expedicionarios.
Había el propósito de apenas hubiese llegado el señor Gobernador de la pro­vincia, partir por la carretera de Herrera al encuentro del auto en que el señor Gobernador de Sevilla, don José Cruz Conde, venía a esta, acompañado de nuestro distinguido paisano, residente en Sevilla, don Luis Fernando Reina Noguez; pero no fue posible cumplir esta segunda parte del programa, porque tanto unos como otros llegaron a un tiempo.
Próximamente a la una de la tarde, llegaron en cuatro automóviles, el Gobernador don José Cabello y Lapiédra, el Alcalde de Córdoba don Francisco Santolalla Natera, el Delegado de Ha­cienda don Manuel Danvila, el Delegado gubernativo don Ramón Escofet, el pri­mer teniente de Alcalde don Rafael Cruz Conde, los diputados provinciales don Manuel Baquerizo y don Isidoro Barbu­do, el secretario de la Junta provincial de Beneficencia don Pedro Villoslada, el Ingeniero del 5.° distrito de la Compa­ñía de Teléfonos don Francisco Gil Merino, su secretario señor Fernández Portero, nuestro paisano don Antonio Estrada Morales, el redactor de la re­vista «Andalucía» don Felipe Pascual y los periodistas señores Torres, Madrigal y Martínez.
Cuando se disponía a partir la comiti­va, llegaron de Sevilla los señores Cruz Conde y Reina Noguez.  Inmediatamente pusiéronse en marcha todos los autos, precedidos del ocupado por los señores Gobernador y Alcalde, entrando por la Avenida de Manuel Rei­na y calle Manuel Morales, a la de Ma­dre de Dios, haciendo alto a la puerta del Ayuntamiento, desde donde, des­pués de descansar unos minutos, dirigié­ronse las autoridades a la Central Telefó­nica, donde aguardaban para proceder a la ceremonia de la bendición de la Cen­tral el señor Cura Párroco regente de la Purificación don Juan Lucena Rivas, el Administrador de esta zona telefónica don Aureliano Cañasveras, el mecánico Sr. Arias, el encargado de la Central don Tomás Rusillo y las telefonistas doña Josefa Delgado de Rusillo y las seño­ritas Dolores, Narcisa y Mercedes Del­gado Perailes.  Terminada la ceremonia de la bendi­ción, púsose comunicación con Madrid y los señores Gobernadores de Sevilla y Córdoba hablaron con el Marqués de Estella y con el Ministro de Hacienda señor Calvo Sotelo. 
A la puerta de la Central  los   corres­ponsales gráficos de varios periódicos ti­raron algunas placas, y desde un balcón hizo lo propio el fotógrafo señor Rueda. Acto    seguido,   todos   los invitados volvieron a ocupar los autos que aguar­daban en la calle Madre de Dios,   mar­chando a la Estación   del   Ferrocarril en cuyo   restaurant fue  servido  por  don Faustino Sicila el banquete   con   que  el señor Alcalde,   de   lo  consignado  para sus gastos de representación, obsequió a todos los invitados. 
El menú, como confeccionado por el señor Sicilia que es un verdadero maes­tro en esto, no pudo ser mejor ni más sugestivo. Fue el siguiente:
Entremeses variados; Huevos a la Chartrés; Langosta salsa tártara; Pollo cazadora; Vol-au-vent Financier; Torti­lla de ternera Orloff; Jamón sucret con huevo hilado; Dulce Mascota; Café, Li­cor Gran Marnier y Habanos; Vinos: Chateau Margueaux, Marqués de Riscal, Moriles fino Judea, Champagne Viuda de Clicot.
Lo reducido del local fue causa de que algunos comensales no estuvieran con toda la comodidad deseada y que el servicio se hiciera con alguna dificultad.  En la imposibilidad de citar los nom­bres de todas hs personas que asistieron al acto, nos limitamos a consignar las que figuran en la lista de invitados, algu­nos de los cuales no asistieron por impedírselo   causas   diversas,   asistiendo,  en cambio otras que no estaban invitadas.  He aquí las personas invitadas por el Sr. Alcalde.  Sr. Gobernador Civil don José Cabello Lapiedra, Sr. Presidente   de  la   Diputa­ción provincial don Antonio Castilla; Al­calde de Córdoba don   Francisco Santo-lalla Natera;   señor Gobernador de Sevi­lla don José Cruz Conde;   señor Delega­do gubernativo don   Ramón Escofet; se­ñor Delegado   de  Hacienda don Manuel Danvila; Juez Municipal   don Manuel Pa­rejo Delgado; Capitán   de la Guardia Ci­vil don Diego Roldan Ecija;   Teniente de la  Guardia   Civil   don  Francisco   Galán Rodríguez;    Párroco   de  la   Purificación don Juan Lucena Rivas; Párroco de San­tiago don Santiago Rivero Luna;   los te­nientes  de alcalde   don   José   F.   Reina Carvajal, don  José   Varo  Campos,   don José Pandelet Reina y don   Manuel Del­gado Estrada.  Los   concejales:   don    Luis  Fernando Reina Noguez, don Julio Moreno Melgar don Francisco Crespo Estepa, don Fran­cisco Vila Vílchez,  don   Manuel   Gómez Morales, don José   Melgar   Paladín, don Enrique Reina del Pino, don Luís Calvez de la   Cámara,   don   Francisco   Chacón Yerón, don Rafael   Rivas   Morales,  don Olegario   Almeda   Rodríguez,   don   Ma­nuel   M,  López   Quintero   y   don Julio Aguilar Borrego;  Secretario   del Ayun­tamiento don José  F.    Carvajal   Ortega; Abogado   asesor   del   Ayuntamiento don Enrique Porras del   Castillo;   Interventor de   fondos    municipales   don   Cristóbal Aguilar   Rivas;   Teniente    Alcalde   de Córdoba don  Rafael   Cruz   Conde; Far­macéutico don   Antonio   Estrada  Mora­les y presidente de   la  Cámara Agrícola de Córdoba don Francisco Rioboo.  Superior del Convento de Francisca­nos; Señores Presidentes de la Cruz Ro­ja, Casino Liceo, Círculo Mercantil, Cír­culo Católico, Casino «La Amistad», Ca­sino de Artesanos, Casino «Juventud Cultura», Casinillo, Casa del Pueblo y Centro Ferroviario.  Comerciantes exportadores don Car­los Morales Delgado, don Enrique Bedos Adell,  don Pedro Chavarría Curto y don Amado Feliu Rubíes.  Director del Banco Español de Crédi­to don Carlos Melgar Castillo; Banquero don Antonio Baena Delgado; Gerente de «La Alianza» don Femando Reina Car­vajal; Gerente de «Nuestra Señora del Carmen» don Eduardo Moyano Cordón; Gerente de «La Casualidad» don Fran­cisco Yerón Chacón; Gerente de «La Nueva España» don Tomás G. Caballos; Jefe de Telégrafos don Cristóbal Aguilar Montilla; Jefe de Correos don Joaquín Enrique Zurita Ruiz.  Presidente de  la Junta   del   Somatén don Francisco Reina Framis; Vocales del Somatén don Manuel Reina Noguez, don Francisco Jurado Delgado y   don Juan Torres  García-   Cabo   del   distrito   don Rufino Delgado Jaén; Cabos de zona don Mariano  Reina  Campos,   don   Cristóbal Reina Salas, don Rafael González Herre­ra y don  Juan del  Pino   García;  Subcabos don Rafael Fernández  Morales, don Miguel   Carmona   Arroyo,   don Joaquín Cortés Gálvez  y don   Agustín  del  Pino García; Vicepresidente de  la U, P.   don Antonio Reina del Pino; Secretario y Vo­cales  de  la   misma don   Hipólito  Reina Padilla, don  José   Galán Benítez  y  don Manuel Pérez Rivas; el Inspector Muni­cipal Jefe de Sanidad don Leonardo Ve-lasco Estepa;   los Médicos titulares  don José Neira  Cayllet. Don   Rafael   Moyano Cordón, don Luis Melgar Ortíz, don Mo­desto Delgado Estrada, don Pascual Bracho García; los  farmacéuticos   don José Villafranca Melgar,  don   Antolín Muñoz Carvajales y don Joaquín   Abaurre  Ló­pez; los veterinarios   titulares  don  Enri­que Carmona Morales, don Enrique Car-mona Villafranca y   don   Pedro   Chacón Yerón.  Los maestros de Instrucción primaria don José Gorriz Barrionuevo, don Fran­cisco A. Calvo Flores, don Antonio Ba­jo González, don Miguel Córdoba Acosta, don José Leiva Orellana y don Sixto Sigler Fernández; el vocal de la Cámara Agrícola don Francisco Varo Ariza, el notario don Agustín Álvarez de Sotomayor; el primer contribuyente por rústica don Eligió Gómez Porras; primer con­tribuyente por urbana don Antonio Cam­pos Sánchez; el presidente de la asocia­ción de clases pasivas don Francisco del Castillo Estrada; el general del cuerpo Jurídico de la Armada don Cristóbal del Castillo Estrada; el administrador del Excmo. Sr. Duque de Tarifa don Jesús Cisneros Rull; el procurador don Alber­to Álvarez de Sotomayor; el primer con­tribuyente por industrial don Francisco Chacón Castuera.  Por el Aviso nuestro Director don Baldomero Giménez; por los fabricantes de dulce de Membrillo don José Pérez Reina; don Francisco Morales Delgado, don Carlos Delgado Delgado; el Ingenie­ro don Manuel Delgado Delgado; el In­geniero Jefe de obras públicas de la provincia don Práxedes Mateos Cruz; don José Gómez Fernández; los Alcal­des de Montilla y Aguilar, y del alto personal de la Compañía de Teléfonos el Ingeniero Director del 5-* Distrito don Francisco Gil Merino, su secretario don Fernando Fernández Portero, el Ad­ministrador de la zona D. Aurelio Cañas-veras, el Ingeniero D. Francisco González Amo, el Jefe de tráfico don Joaquín Sánchez Moreno y el Jefe de construc­ciones don Juan Parra. 
A la hora de los brindis, fue el prime­ro en hacer uso de la palabra, nuestro Alcalde don Juan Delgado Bruzón, quien en unas cuartillas que leyó, dijo lo si­guiente:
«Señores: Siempre tuve por norma de conducta callar y obrar, y por eso nun­ca he dirigido la palabra en estos actos: si alguna vez lo hice, insistentemente re­querido para ello, lo fue tan parcamente que en pocas frases condensaba todo lo que sentía y pensaba. 
Pero hoy ni quiero, ni debo privarme de expresar la gran satisfacción que ex­perimento por ver realizado el acto, que en este momento celebramos y que hace mucho tiempo ha sido el gran anhelo de este vecindario, así como por vernos acompañados de tan Ilustres Autorida­des y cariñosos amigos, que a pesar de la molestia de un largo viaje y de restarles un tiempo que tanto necesitan para otros asuntos de mayor interés, no solamente no han vacilado un momento, sino que han demostrado gran complacencia en estar entre nosotros, honrándonos con su grata visita, por eso haciéndome intér­prete del sentimiento, tanto del Ayunta­miento como del vecindario que repre­sento, les doy la más expresivas gracias por el honor que nos han dispensado.
También quiero hacer constar ¡a pro­funda gratitud que sentimos hacia la Compañía Telefónica Nacional, tan dig­namente representada, por el altruismo de que ha dado pruebas, renunciando a la subvención que le fue ofrecida por el Ayuntamiento para instalar la Central, cuya inauguración hoy ha tenido lugar, y que es prueba palpable del esfuerzo que viene realizando para dotar a nues­tra querida Patria de uno de los servicios mejores del mundo y de que tan necesi­tada se encontraba.
Mucho ha contribuido la Villa a que lleguemos a este momento, pero es de todo punto indiscutible, que el mayor galardón corresponde a la Compañía, que ha sabido hacerse eco del deseo vehemente demostrado por aquélla; pero yo os prometo señor Gobernador, que antes de un año, hemos de celebrar ac­tos análogos al actual, que os demostra­rán de lo que es capaz un pueblo que, secundando las iniciativas de sus admi­nistradores, se propone ser grande, por lo que a vuecencia, como digno repre­sentante del Gobierno, le ruego le haga saber, que seguimos el camino trazado por él, para el resurgimiento de nuestra querida España, lo cual no sería posible sin la cooperación que deben prestarle todos sus hijos. 
A vuecencia, señor Cruz Conde, dig­no y meritísimo Jefe de la Unión Pa­triótica en la provincia, también os digo que sin las sabias doctrinas sustentadas por esta institución salvadora y sin la práctica de los deberes cívicos que ella nos enseña, no llegaríamos nunca a con­seguir esa cooperación, por lo que nos esforzamos en difundirla para que llegue a conocimiento de todos, y por todos sean acogidas con  el  amor  y   el interés que se merecen.  Por último señores, sean mis más res­petuosos saludos, mis mis cariñosos re­cuerdos para su majestad el Rey Don Alfonso XIII, para la Augusta Señora, modelo de caridad y Reina de la her­mosura y para el eximio Jefe del Go­bierno Excmo. Sr. D. Miguel Primo de Rivera, que con sus Ilustres colaborado­res, ha conducido a la Nación a una Era de Paz y prosperidad que va siendo la envidia y el asombro de las damas na­ciones.  Brindo pues por ellos y porque esta nuestra querida patria chica, llegue a ser lo que por el tsfuerzo de sus hijos me­rece.» 
Hablaron a continuación, el Ingeniero del 5.° Distrito don Francisco Gil Meri­no; el Presidente del comité local de la U. P. don Luis Fernando Reina; el Vi­cepresidente de la Diputación Provincial señor Baquerizo, el Gobernador Civil de Sevilla señor Cruz Conde, y en último legar el Gobernador de la provincia se­ñor Cabello Lapiedra.  No podemos transcribir sus discursos, porque, por carencia de elemento no pudimos tomarlos; pero todos fueron alu­sivos al acto que se festejaba, y todos inspirados en un elevado espíritu de pa­triotismo. 
Terminado el banquete, regresaron a Sevilla, el Gobernador señor Cruz Conde y don Luis Fernando Reina Noguez, y a Espejo, donde iba a ser inaugurada otra Central Telefónica, todos los seño­res que a inaugurar esta vinieron de Córdoba.  Desde el medio día lucieron colgadu­ras los balcones de las principales ca­lles, y no tenemos para qué decir que hubo gran animación en el pueblo, prin­cipalmente en las calles recorridas por la comitiva, y que desde el momento en que fue inaugurada la Central, hasta ho­ra avanzada de la noche, se estuvieron cursando centenares de telefonemas a to­das partes de España, y se celebraron no pocas conferencias, con algunas difi­cultades motivadas por la enorme aglo­meración de servicio.>>

        Hay varios datos curiosos y significativos en este artículo.  Entre ellos, el hecho de que los particulares pusieran sus vehículos a disposición del Ayuntamiento; que el Alcalde pagara de su bolsillo el banquete (su asignación es lo que podríamos llamar sus “dietas”); la composición del menú, etc.  Podemos ver que en esos momentos, debido a la construcción de la nueva casa consistorial, el Ayuntamiento tenía su sede en la calle Madre de Dios, en la que fuera casa palacio de la familia Montilla y hoy de los hermanos Espejo Baena.  En un próximo artículo hablaremos de ese ayuntamiento que se inauguró por esa época también.  El restaurante de moda en esos tiempos era el de la Estación, que dirigía el Sr. Sicilia.  Este restaurador gestionaba los de varias estaciones de ferrocarril, según tengo entendido.  Asimismo, el relato nos refleja la composición de la jerarquía social y del entramado de representaciones políticas, culturales, industriales, etc., tanto de Puente Genil como de la provincia de Córdoba.  También están reflejados los nombres de las primeras telefonistas, del jefe de esta central y de los técnicos de Telefónica (que entonces se denominaban mecánicos).
            Una vez puesta en marcha la central,  se distribuyó la guía telefónica que, al mismo tiempo, se publicó en El Aviso.  En ella se indica cómo ha de usarse el teléfono que, lógicamente, no era tan fácil como ahora, pues había que ponerse en contacto con la telefonista que era la que, de forma manual, te conectaba.  Las personas de más edad recordarán que hasta los años setenta del pasado siglo había que hablar con la telefonista que, dicho sea de paso, estaba al cabo de cuantas conversaciones y noticias se daban por teléfono.
La lectura del documento que se adjunta, LISTA PROVISONAL DE ABONADOS AL CENTRO TELEFÓNICO URBANO DE PUENTE GENIL, lejos de ser ocupación de excéntricos como consideraríamos ahora al que nos dijera que nos leyéramos la guía o las páginas amarillas, nos da una fiel idea de las industrias, comercios, casa particulares, organismos, nombre de las calles, etc., que había en el Puente Genil de la Dictadura de Primo de Rivera.




viernes, 3 de diciembre de 2010

EL PRIMER PLANO CONOCIDO DE PUENTE GENIL II. ASTAPA: LA NUMANCIA PONTANA.

           Continuando la línea marcada en el anterior artículo, daré algunas pinceladas sobre la historia de Astapa, la villa que no se entregó al poder de Roma y prefirió inmolarse antes de que las legiones de Lucio Marcio mancillaran su honor.
            La primera cuestión acerca de esta antigua población es la polémica, muy en boga en el último cuarto del XIX, sobre si Astapa y Estepa eran la misma ciudad.  O si, una vez aceptado que no eran la misma, los supervivientes de la primera fundaron la segunda.  De hecho, y con respecto a esto último, a Astapa la denominaron algunos historiadores “Estepa la Vieja”.  No pretendo entrar a valorar quién estaba (o está) en lo cierto porque ni me siento capacitado para algo que no vaya más allá de dar luz a documentos antiguos, ni es objeto de este artículo esa añeja discusión.  Me basaré en los sólidos razonamientos de Pérez de Siles - Aguilar y Cano, bien matizados en su obra Apuntes históricos, ya citada.  En ella dicen los autores textualmente:
           
                        << Entre los muchos villares que se notan en el término de esta Villa, el que se conoce más antiguo, así por sus vestigios, como por lo que de él refieren los historiadores, es el de la célebre ciudad de Astapa, situado a unos cuatro kilómetros, por la parte de O, en la banda meridional del Genil, y al sitio de la dehesa del Charcón>>



SITUACIÓN DE ASTAPA EN UN PLANO DEL EJÉRCITO DE 1908, EN UN CÍRCULO AZUL CELESTE


           Por tanto, la situación del asentamiento, visto desde nuestros días, sería junto al Molino del Manchego, en la margen izquierda del Genil, en el sitio que todos conocemos por “Los Castellares”, en la zona cercana al Cañuelo y frente al cortijo de Tíscar (al otro lado del río).

            Según los dos autores, el nombre de Los Castellares proviene de estar situados en dos cerros separados por una estrecha cañada.  Esta zona perteneció en la antigüedad a los turdetanos.
            Los historiadores antiguos Tito Livio, Apiano Alexandrino, etc.) dicen que esta ciudad fue partidaria de los cartagineses y enemiga de los romanos.  Estéfano califica a los astapenses de gente indómita, bárbara, rebelde y temeraria.
            La historia del final de Astapa la relatan Aguilar y Cano - Pérez de Siles de esta forma:

                        <<La ciudad de Astapa, de remota antigüedad, fue poblada por gentes distintas hasta ser, por último, ocupada por los cartagineses, enemigos de los romanos, con quien se indispusieron por los daños que les hacían.  Esta enemistad de los dos grandes pueblos fue causa de que, venido a la Península Publio Scipión, después de derrotados los dos primeros de su apellido, y verificada rápidamente la reconquista, dispusiese al marchar á Cartago Spartaria, que Marcio y Silano talasen todos los lugares de los enemigos hasta el Estrecho.
                        Sitiados los astapenses por Lucio Marcio, hicieron cuantos esfuerzos son imaginables para defenderse; pero convencidos de la inutilidad de su empeño, por hallarse en posiciones desventajosas respecto al enemigo, y por contar con pocos soldados que oponer á un ejército numeroso y aguerrido, resolvieron, ántes que rendirse, llevar a cabo un pensamiento que, excediendo de los límites de lo natural y ordinario, no sabrémos decir si asombra más por lo grande ó por lo horrible.  Formaron los astapenses en la plaza una gran pira de leña y fagina y colocaron en ella a los ancianos, las mujeres, los niños y todas sus riquezas, confiando la guarda de todo á aquellos que les inspiraban más confianza.  Todo así dispuesto y tomada su resolución, se reunen cuantos eran capaces de llevar las armas, juran darse la muerte ántes que dejarse vencer por un enemigo tan odiado, y llenos de aquel arrojo que dá la desesperación, de aquella rábia que produce la impotencia, de aquella temeridad propia del que lo arriesga todo, hicieron una salida tan violenta, que por un momento las legiones romanas vacilaron; pero bien pronto, repuestas de su sorpresa, se rehicieron y trabó un combate tan horrible que solo hubo de terminar con la muerte del último astapense.
                        El momento llegó de realizar lo que tan cuidadosamente habían preparado ántes de su salida; y en efecto, cuadro tan sangriento, espectáculo tan horrible como habían presentado aquellos dos ejércitos, de los cuales el uno yá no estimaba la vida, sino que buscaba la muerte, destruyendo y rodeándose de sangre y de cadáveres para morir vengado, tuvo digno remate con el aspecto que presentó las ciudad, en la que, puesto fuego a la pira, los torbellinos de humo y llamas se elevaron cada vez más potentes, reduciendo a cenizas, no ya las riquezas de un pueblo, sino el pueblo mismo.  Aquel día quedó en el campo de batalla el presente de Astapa, su pasado, representado en sus ancianos, y su porvenir, en los hijos, murieron en la pira.
                        Cuando los legiones romanas entraron en esa ciudad, el año 208 ántes de J.C., sólo encontraron cenizas y ruinas.
                        Así terminó Astapa; su valor, su patriotismo, su fiera independencia, son asombro y admiración de quien estudia la Historia, ejemplo notable para los pueblos, remordimiento de conquistadores.  Colocada por su trágico fin al lado de Numancia y de Sagunto, acaso excedio á esas inmortales ciudades si se tiene en cuenta que, á diferencia de aquéllas, Astapa estaba sola, aislada, abandonada, sin recursos, sin aliados, sin más esperanza que la que tenía en el corzón del puñado de valientes que la defendían.  Y, sin embargo, su nombre es ignorado del vulgo, ni un recuerdo se la dedica, ni una piedra allí elevada cuenta al campesino, que con el arado remueve sus cenizas, su gloriosa é imperecedera historia>>.

            No aclaran los historiadores si fue destruida por los romanos (como hicieron con Cartago, por ejemplo) o la dejaron fenecer por abandono tras el incendio.  El caso es que en la carta del Ldo. Pedro Muñoz de Aguilar a D. Pedro Leonardo de Ceballos, ya referenciada en el artículo anterior, explica que, entre los sitios más notables alrededor de La Puente, “río abajo, siguiendo el Poniente por la parte de la derecha de Mediodía, está la situación fortísima de la célebre ciudad de Astapa…”
            En el croquis de La Puente de D. Gonzalo aparece detallada la situación y los diferentes puntos estratégicos de esta ciudad fortaleza.  Como en el caso de La Puente, el plano lleva adjunta una leyenda para que el estudioso pueda saber a qué se refiere cada punto.  Vuelvo a trascribir la numeración:

1 ANGOSTURA DEL CAMINO EN EL PRINCIPIO DE EL SALO (se referiría al “arroyo salado”)

2 MANANTIAL COPIOSO POR LO VAJO DE EL TAJO (debía referirse a El Cañuelo)

3 CUMBRE SOBRE EL TAJO

4 EL TAJO DE PIEDRA CORTADA

5 PUERTA LABRADA A PICO QUE VAJA AL RÍO

6 PICACHO FRENTE DE LA PUERTA

7 LAS MESSAS DONDE TUVIERON EL EJERCITO LOS ROMANOS

8 ISLA GRANDE

9 EL SITIO MÁS ALTO

10 MURALLA QUE SE RECONOCE

11 CUESTA QUE BAJA AL ARROYO BLANCO

12 ARROYO BLANCO

13 CASTILLO DE ALJONOZ

14 SITIO POR DONDE CRUZARON LOS ROMANOS EL RÍO QUE DICE IBA POR ENTRE EL PICACHO Y PUERTA DE LA CUTA (CUESTA).




            Según dice D. Pedro, los romanos tenían el campamento frente a la ciudad, en la otra orilla del río, en lo que hoy sería la Hacienda El Rabanal o Mataperros, aproximadamente, que se denominaba en la época en que fue escrita la carta Las Mesas.


            Astapa estaba circunvalada por el río casi, con un bajo inaccesible a pie.  Por la parte noreste debía tener una puerta que bajaba al río y que había sido, seguramente, labrada a pico.  Por ella cabía una carreta.  Por el otro lado está lo que era el camino de Écija.  Como esa parte estaba en un llano, había una muralla.  Según parece, la ciudad se abastecía de agua del arroyo abundante que se ha dicho más arriba que creen los Sres.  Aguilar y Pérez de Siles que es el actual Cañuelo, pues se encontraron en tiempos restos de atanores o cañerías...
            Con esto, damos fin a esta serie de dos artículos sobre la primera representación, que conozcamos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

EL PRIMER PLANO CONOCIDO DE PUENTE GENIL

Si hay algo que está claro en la historiografía local es la importantísima labor  (imprescindible diría yo) de Agustín Pérez de Siles y Prado y Antonio Aguilar y Cano.  La conjunción de estos dos personajes (notario y registrador, respectivamente), ha sido de vital importancia para el conocimiento de la historia de Puente Genil en el tramo comprendido entre la Prehistoria y el último cuarto del siglo XIX.  Y máxime cuando muchos de los archivos y legajos de los registros del ayuntamiento y la parroquia matriz de la Purificación desaparecieron en la Guerra Civil y en la postguerra.  La primera fue época de quema y vandalismo; la segunda, de persecución y represión cultural.
            Dos libros publicaron estos autores en el último cuarto del XIX: Apuntes históricos de la villa de Puente Genil (entre los dos y auspiciada la edición por la existencia de la Asociación de la Historia Local) y El libro de Puente Genil (de Aguilar y Cano solo, pues Pérez de Siles ya había fallecido).  Ambas obras son joyas inencontrables hoy día, aunque tuvieron una reedición en los años ochenta del siglo pasado.  Quizás sería hora de acometer el proyecto de volver a editarlos en el mismo formato facsímil.  La profusión de datos, el tratamiento científico de los temas y la cita abundante de fuentes hacen que se hayan calificado por los historiadores actuales como pioneras en el estudio riguroso y solvente de la historia.  Como he apuntado, una de las más grandes virtudes de esas obras fue el hecho de datarlo todo, de apoyar las afirmaciones en documentos fehacientes y “estudiables”.
            Antes de continuar, creo que es preceptivo hacer referencia a la Sociedad de la Historia Local.  Esta asociación, de carácter absolutamente altruista, nació por la necesidad de encauzar las inquietudes de una serie de pontanos de alto nivel cultural.  Se fundó el 23 de enero de 1870 en la casa de D. Agustín Pérez de Siles por los señores D. Antonio Morales Rivas, D. Manuel Pérez de Siles, D. Agustín Aguilar y Cano, D. Modesto Montilla Aguilar, D. José Flor Carvajal, D. Enrique Porras del Castillo, D. Francisco Aguilar y Cano, D. José Pérez de Siles y Rivas, D. José Pérez de Siles y Prado y D. Juan Antonio Almeda.  Fue elegido presidente provisional  D. Agustín Pérez de Siles y Prado, que fue ratificado en su cargo el 30 de enero siguiente.  A través de sus estudios y de la puesta en común de éstos en las periódicas reuniones, se rescataron muchos documentos que, de otra forma, no habrían permitido a los historiadores posteriores estudiar el pasado.
            Todo esto viene al caso porque leyendo El libro de Puente Genil me llamó la atención un dato que, a priori, parecía insignificante.  En el capítulo 13, correspondiente a la historia de la Villa en el siglo XVI, explica Aguilar y Cano lo siguiente: “Erigióse una Iglesia en el repecho de la cuesta Martín de Baena, sustituida luego por otra al principio de la misma calle, frente dónde hoy la Caridad, espacio entonces despejado, y una venta ó mesón á la entrada de la calle de la Plaza, antes de llegar a la ermita citada…” (sic).  A este párrafo añade una nota al pie que dice textualmente “Confirmado por la tradición y por carta y plano del Licenciado D. Pedro Muñoz de Aguilar, que se conservan en la Biblioteca Colombina, tomo CXX de manuscritos”.  Esta carta la escribió el Ldo. Pedro Muñoz de Aguilar (natural de La Puente) a D. Pedro de Villacevallos, el 9 de diciembre de 1742.
             Es decir, que Aguilar y Cano nos estaba diciendo que existía un plano (más bien croquis) de Puente Genil (entonces Pontón de D. Gonzalo) dibujado en el siglo XVIII, en la Biblioteca Colombina.  Este plano describía el aspecto del Pontón en el siglo XVI.  Rápidamente me puse a pensar la forma de conseguir esta ventana al pasado, pues así considero a una expresión gráfica que nos podría decir, a grandes rasgos, cómo era nuestro pueblo hace casi seiscientos años.
            Siempre que se buscan documentos de ese tipo hay que ponerse en contacto con buenas personas que tengan alguna relación con el organismo en el que se encuentra el mismo y que quieran ayudarte.  Gonzalo Reina Delgado y este que suscribe recurrimos a Ángel Monaga, pontanés por matrimonio y hombre con muchas relaciones en el mundo de la cultura y la Iglesia de Sevilla.  Fue a la Colombina, buscó el legajo en el que se encontraba el plano y lo fotografió, pues dada la antigüedad del tomo no estaba permitido escanearlo o fotocopiarlo.
            Y ese es lo que hoy traigo a este foro, el primer plano conocido de Puente Genil.  Tiene dos partes.  La primera es la zona urbana del Puente Genil de la época (parte superior).  La segunda, el lugar de Astapa, ciudad asediada por los romanos que, cual Numancia pontana, resistió hasta morir antes de entregarse.  En este artículo comentaremos la parte de arriba.  En el próximo lo referente a la historia de Astapa, tema apasionante y controvertido al mismo tiempo.
Aunque la mejor forma de sacarle partido es estudiándolo cada uno con detenimiento, doy algunas pequeñas pinceladas del croquis del casco urbano  para comodidad de los lectores. 
            En primer lugar, vemos que en la parte superior izquierda hay una leyenda numerada que nos explica cada punto de interés.  Para facilitar la lectura y comprensión de la misma la transcribo:

1 PUENTE DEL RÍO
2 VESTIGIOS DE LA ANTIGUA [PUENTE]
3 LA ACEÑA
4 LA CARIDAD Y CIMIENTOS DE LA Bta (¿venta?)
5 MESÓN QUE HAY HOY
6 CUESTA DE MARTÍN DE BAENA
7 SITIO DE LA ANTIGUA IGLESIA
8 IGLESIA MODERNA
9 CUESTA DE ROMERO
10 CALLE DE LA PLAZA
11 CUESTA DE VITAS
12 CALZADA QUE BAJA AL RÍO
13 CERRILLO ESTRECHO PASO
14 CERRILLO DEL PALOMERO
15 OTRA ANGOSTURA DEL CAMINO
16 CALLE LINARES
17 CALLE DEL HORNO
18 CALLE AGUILAR
19 JESÚS NAZARENO LO MÁS ALTO DEL LUGAR
20 CASTILLOANZUR
21 SITIO DE FUENTE EL ÁLAMO DONDE FUE THARSIN
22 ISLA DEL OBISPO
23 HUERTAS DE ARANDA
24 DE LA ESCARRACHELA (HUERTA)
25 VENTOSILLAS ALTAS
26 VENTOSILLAS BAJAS

            Además, para mejor comprensión, he señalado con números en negro los antiguos del croquis.  Comparando las dos imágenes que se ofrecen se puede hacer uno mejor idea de la ubicación de cada elemento.  Por supuesto, los trazos son toscos y poco acordes con la realidad, pero estamos hablando de una representación a mano alzada influenciada por el estilo de la época en la que todavía era difícil hablar de escalas, proyecciones, trazos rectos, compases o normas de dibujo.
            Podemos, por tanto, comprobar que son ciertas las afirmaciones de que existía un puente antiguo más arriba del actual.  También que las calles tradicionales tenían sus mismos nombres: Romero, Baena, Vitas, de la Plaza, Horno, Aguilar, etc.  Y que existía la ermita de Jesús, en lo más alto de la población.
          También es curioso el hecho de que, aunque aparce en el croquis la zona de La Isla, no hace referencia a ella.  Y en esa época existía la ermita del Dulce Nombre, la plaza de Emilio Reina (que entonces se llamaba "de la Mosca") y las calles Jesús, Pescadería (actual Postigos), Alcaide, etc.
            Según el historiador Torreblanca, citando a Rasy, en Fuente Álamo estuvo la ciudad de Tarsy, que destruyeron los árabes a su entrada en la Península.  Por eso, en dice en el número 21 “sitio de Fuente Álamo donde fue Tharsin”.
            La primitiva iglesia estaba situada entre el Caño Carretas y el principio de la Cuesta Baena, en las inmediaciones de la calle Luna.  La Caridad aparece en su ubicación, frente al actual ayuntamiento.  En el lugar que hoy ocupa éste estaba el mesón.  Una vez destruida la primitiva iglesia, se erigió la actual (que fue muy reformada en siglos posteriores).  Al mismo tiempo se construyó una atalaya defensiva en lo que hoy es la calle Campanas.  Los restos de ésta eran visibles hasta la gran reforma que sufrió la parroquia de la Purificación en el último cuarto del siglo XIX.  Así lo afirma Aguilar y Cano en su obra citada.
            
            Las huertas tradicionales tiene sus mismos nombres.  Hay que señalar que lo que nombra como Ventosillas Bajas y Ventosillas Altas corresponderían a la Ribera Baja o de San Juan.
            En cuanto a carreteras o caminos, había los siguientes: el de Córdoba, que partía de la calle de la Plaza y salía por las Angosturas (por el Señor del Río, en dirección a Puerto Alegre, siguiendo la orilla del río); el de Montilla, que partiría del Romeral; el de Málaga, que partía del puente (según se observa, del antiguo); por último, la de Écija, que partía de Miragenil por lo que hoy es el Callejón Alto y saldría por la actual ronda de circunvalación hasta el Salto de Baena.  Este último lugar sería la ubicación de Astapa, en Los Castellares.  Esa es la segunda parte de este plano de la que hablaremos en el próximo artículo.
            El más sincero agradecimiento a Ángel Monaga.


PLANO SIN INTERPRETAR






PLANO CON NUMERACIÓN ACTUAL